Melania Domínguez se alza con el XXXIX Premio de Poesía Joaquín Joaquín Benito de Lucas
El pasado 1 de Marzo tuvo lugar el fallo del Jurado del Premio de Poesía Joaquín Benito de Lucas promovido por el Organismo Autónomo Local de Cultura del Excmo. Ayuntamiento de Talavera
En su XXXIX edición la ganadora del premio de Poesía Joaquín Benito de Lucas ha sido la joven poetisa canaria Melania Domínguez Benítez, amén de su faceta literaria la galardona es Personal Investigador en Formación en la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria y especialista en Estudios de la Literatura y la Cultura por la Universidad de Santiago de Compostela.
El poemario premiado toma como telón de fondo el mito tebano de Sófocles, y lo hace, situándose en la mirada de Antígona (ojos que fueron los de Edipo camino de Colono).
Sabemos que la testaruda y compasiva Antígona, como todo mito, pierde el sentido particular de su causa, y se convierte en un símbolo universal para Occidente. La poetisa comprende el material humano que maneja, y yuxtaponiéndose casi de forma bisémica (escritora-protagonista/hija-hermana), compone sus versos bajo una estructura teatral, a modo de diario poético escrito desde Santiago de Compostela: “Era octubre en Santiago y llovía. /Llovía afuera/ y yo estaba leyendo sobre la hija de un rey /que se sacó los ojos después de amar a su madre/ y convertirse en el hermano de sus hijos.”.
Y comienza el viaje, porque en definitiva todo libro lo es, siendo, quizás, una metáfora de vida, aunque alguno de sus protagonistas, afirme ya desde el principio (“Que no, que no es el turno de marcharse, /ahora toca recoger la tierra…”), resistiéndose a un viaje que habrá de hacer, porque son los dioses quienes gobiernan la voluntad de los seres humanos, dioses paganos fundidos con el apóstol Santiago, porque Santiago es siempre final de un camino. (“He venido aquí a envejecer”).
Es un libro sólido, asentado sobre un verso largo de cuidada construcción y buen ritmo. El libro destaca por una equilibrada estructura en cuatro partes significativas de resonancias clásicas.
En cuanto a su estilo, es un libro telúrico, que se nutre de la tierra sin ser un libro apegado a lo físico, pues tiene también una ladera metafísica. Escrito con un lenguaje preciso, no cae en ninguno de los excesos de la poesía actual: ni prosaísmo explícito ni esencialismo hermético.